NIÑOS/AS DE ACOGIDA

jueves, 30 de abril de 2015

Vídeo sensibilizador de entrevistas a diferentes personas relacionadas con el colectivo niños de acogida


El vídeo que presentamos se trata de un material didáctico que recopila varias entrevistas en las cuales hemos intentado sacar información relevante que consiga sensibilizar a los docentes y futuros docentes. En el que aparecen Mª Pepa Alcántara como una madre de acogida y a la vez, la presidenta de la Asociación Acógeles; Gonzalo Serrano como un padre de acogida y docente; y  Jesús Quirós en el rol de 1º persona, un adolescente que en su niñez fue acogido por su familia extensa en dos ocasiones. Todos ellos nos han abierto su corazón contándonos sus experiencias personales y profesionales, en las cuales, nosotros y nosotras hemos adquirido nuestras competencias relacionales sobre todo la dimensión afectiva y comportamental hacia este colectivo.


Mª Pepa y Gonzalo como padres de acogida durante la entrevista, no pueden evitar hacer un llamamiento a otras familias para que se lancen en esta aventura del acogimiento, y sientan que ellos forman parte y pueden ayudar a estos niños y niñas; ya que ellos saben la importancia que tiene para estos niños el calor de una familia porque echan de menos en su día a día el vivir formando parte de una familia y no un centro de acogida. Además, unas de las cosas que nos ha complacido escuchar y consideramos importante es; al igual que la diversidad enriquece la sociedad, una familia de acogida enriquece tanto al menor acogido como a la familia acogedora (padres y hermanos), aportando un aprendizaje rico en valores.




martes, 28 de abril de 2015

Ver para conocer, ver para sensibilizarse con historias reales de Menores y Familias de Acogida.

En esta entrada hemos querido agrupar vídeos que nos abren las puertas al mundo del acogimiento de menores. Por un lado nos permite conocer qué es esto del acogimiento de menores y por otro lado nos sensibiliza con todas las personas que tienen que ver en el acogimiento.

"Adivina quien llama a la puerta. La aventura de ser un niño acogido".
https://www.youtube.com/watch?v=35YsHwQcEio

Los Reporteros “Acogimiento Familiar".
3 Modalidades del Programa de Acogimiento de Menores: simple, permanente y simple con carácter de urgencia. 

Gracias a Mi Familia de Acogida voy a la universidad.

Los Bayón una familia de acogida que quiere compartir su experiencia.

Testimonios de Familias de Acogida de Málaga.

Una menor nos cuenta lo que ha supuesto para ella ser acogida por una familia. En Hogar Abierto.

Familia de acogida que quiere compartir con todos nosotros.

Docentes

Como ya hemos mencionado en otras entradas, este blog va destinado a docentes y futuros docentes. En todas ellas hemos pretendido desarrollar cada uno de los componentes de las competencias relacionales, necesarias para ofrecer una educación de mayor calidad en el nuevo modelo de escuela inclusiva, por el que se lleva ya muchos años luchando y para el cual se requiere que el profesorado haya adquirido estas competencias.

Además queremos recordar que lo primero para un docente son los alumnos, sus circunstancias personales, su integración al grupo clase, a todo el colegio y a la sociedad. Y que por encima de todo está la educación y la felicidad que le aportaremos a cada alumno. Por este motivo y según nuestras investigaciones en el tema del acogimiento de menores, hemos sentido la necesidad que tienen estos niños de acogida de sentirse normalizados y visibles en las escuelas y en la sociedad. Por ello, es importante que nosotros, futuros docentes y docentes en activo, les demos la oportunidad de poder hacerlo. De este modo, queremos reflejar en esta entrada, diferentes ejemplos de recursos didácticos para desarrollarlas en las aulas, que pueden ayudarnos en esta tarea y con las cuales también podemos ir desarrollando las competencias relacionales en todo el grupo clase hacia este colectivo.

Cuento "Somos acogidos".


Este cuento narra la historia de un niño de acogida. Fue utilizado en una de las reuniones a las cuales asisten menores de acogida junto a hermanos de acogida para ir normalizando sus situaciones en las escuelas, actividades extraescolares y lugares de juegos del menor (parques, cumpleaños de amigos, etc.). La actividad fue creada y llevada a la práctica por Mayte Morelló, psicóloga de la Asociación Infania de Málaga.

Nosotr@s tuvimos la suerte de vivir la experiencia de esta práctica educativa en primera persona y nos resultó de un inmenso valor educativo y emocional. Es por ello, por lo que la  hemos seleccionado, porque lo consideramos un buen material para trabajar en el aula y para que todo el  alumnado trate este modelo de familia con toda la normalidad que se merece y, se vea como un tema natural que existe en nuestra sociedad, permitiendo así visibilizar la situación de este alumnado y hacer que se sientan reconocidos, permitiéndoles a su vez vivir una vida más feliz dentro de otro modelo de familia que sobre todo es “una familia”.






Con este cuento lo que pretendemos también es insistir en que los docentes tenemos la necesidad muchas veces de crear recursos didácticos, por lo que este cuento nos puede servir como modelo para diseñar otros que se adapten a las situaciones reales de nuestra clase y que nos ayuden a trabajar este y otros modelos de familias y,  las competencias relacionales en nuestro alumnado con y para estos niños de acogida. 


Cuento "Cucho el elefante".

Se trata de un cuento de literatura infantil y juvenil escrito por Carmen Gil. Con esta historia la autora pretende que se vea como una situación normal que un niño sea acogido; para ello Cucho el elefante estará de acogida un tiempo con una familia de monos y al final volverá con su familia.

En la siguiente página podéis descargar y leer el cuento: 



Al igual que este cuento podemos encontrar otros títulos en el mercado, además somos conscientes de que cada día habrán más libros que hagan visible este modelo de familia, por lo que nosotros los docentes debemos estar activos en este tema y no dejar de buscar recursos literarios o de cualquier tipo, para que nos ayude a trabajar este tema en el aula.

Pinta tu familia.
 
Esta actividad es tan simple como pedir a los alumnos que dibujen sus familias en vez de decir que pinten a su papa y a su mama y, a sus hermanos. De esta forma el docente permite que el niño o niña que tenga más de una mama, o más de un papa, y muchos hermanos o ningunos, o que tiene dos familias, una durante la semana y otra para los fines de semana, etc., que dibuje su familia y no se sienta influenciado o incluso obligado a dibujar un papá y una mamá, aunque esto no sea su realidad familiar.

A poner aquí esta actividad lo que queremos es hacer caer en la cuenta a los docentes de que nuestra forma de hablar y de actuar al dirigirnos a nuestro alumnado puede contribuir a visualizar y normalizar a estos y otros muchos niños y niñas.




Rellenamos datos familiares.

Teniendo en cuenta lo tratado en la actividad anterior, es necesario que también lo consideremos a la hora de entregar un formulario o cualquier documento donde el menor tenga que poner los datos de su familia por eso es mejor no hacer uso de modelos tradicionales en los que encontramos:

Nombre del padre:  ___________________________________________

Nombre de la madre:  _________________________________________

Sino ofrecer otras posibilidades para que aquel alumno que tiene un modelo  de familia distinto pueda expresarlo sin ningún obstáculo, ya sea por falta de espacio en el papel o por que le cause un conflicto emocional debido a su situación familiar.

¡Es el día de la madre!, y ¡del padre! 

A modo de orientaciones didácticas, para trabajar con este colectivo, consideramos necesario que en la realización de actividades, tengamos presente la diversidad de realidades que existe entre nuestro alumnado. En el caso de la realidad del colectivo dado a conocer en este blog, dejaríamos a los niños y niñas que en el día de la madre o del padre realicen los regalos que sean necesarios y, esta es otra forma de trabajar los modelos de familia en la escuela.

Otro recurso sensibilizador


miércoles, 22 de abril de 2015

Niños/adultos de acogida

En este apartado vamos a contar la experiencia de una chica que de pequeña ha estado viviendo en situación de acogida con dos familias distintas. Esta situación duro hasta algunos años después de cumplir la mayoría de edad cuando ella tomo las riendas de su vida decidiendo dónde y con quién vivir, formando nuevamente otra familia. La historia está narrada en primera persona por la protagonista.

Cuando era pequeña surgió un problema en mi familia, por lo que uno de mis tíos decidió llevarnos a mí y a mi hermano con él, nos acogió de bulla  (mi hermano tenía cuatro años y yo siete). Este tío estaba casado y tenía tres niñas, de un año, de nueve y de once años.

Mi acogimiento se trataba de un acogimiento simple de carácter transitorio hasta que uno de mis padres, ya que estaban separados, pudieran hacerse cargo de nosotros.

En función del parentesco mío y de mi hermano con la familia acogedora fue un acogimiento en familia extensa, es decir, que no fue una familia ajena la que nos acogió sino nuestra  familia biológica, en este caso mi tío.

Esta situación es la primera medida que toma la Ley, porque permite que el niño o niña conviva con personas que ya conoce y en las que confía. En función de la formalización, se trató de un acogimiento administrativo porque mis padres dieron el consentimiento para el acogimiento.

El transcurso con esta familia de acogida fue de un año debido a que mi hermano y yo sufríamos maltrato tanto físico como psicológico, predominando en la mayoría de los casos el físico.
Otros de mis  tíos al ver los golpes que teníamos mi hermano y yo nos preguntaban qué nos había ocurrido. Nosotros siempre recurríamos a decir que era un golpe que nos habíamos dado, no siendo cierto, no decíamos la verdad  por miedo. Hasta que un día,  aparecí con una mano señalada en mi cara, motivo para que  una de mis tías me cogiera y me llevara a un sitio donde no había nadie y donde me preguntó quién me había pegado,  por fin le pude comentar lo que nos estaba ocurriendo a mí y a mi hermano pequeño. Con lo cual estos  tíos comenzaron con trámites legales; denunciaron al  mi tío, el cual nos tenía de acogidos en ese momento.

Entre todos estos últimos familiares decidieron si algunos de ellos nos podían acoger o por el contrario,  dejaban que otra familia nos acogiera, y en el caso de que no hubiera una familia acogedora pasaríamos a ir a un centro de acogida. Pero finalmente una de mis tías decidió que ella nos acogía, por lo que  nuevamente fuimos acogidos.
Esta tía estaba casada y tenía 3 hijos: una niña de dos años, otra de siete y un niño de nueve. En este caso, esta tía que nos acogió si nos trataba bien, al igual que  su marido y mis primos. Ellos nos han tenido de acogida desde que yo tenía  nueve  años hasta que cumplí  los veintiuno.

Desde mi perspectiva, y viendo ahora desde fuera la acogida, la situación de los  niños de acogida es invisible en la mayoría de las escuelas y, son niños y niñas que sufren muchos problemas emocionales y necesitan que su situación sea normalizada.

Leyendo un documento en internet encontré lo siguiente: “los niños y niñas escolarizados con normalidad desde pequeños que han asistido a una guardería o escuela infantil, y han cursado un preescolar donde han aprendido las bases de la lectura y la escritura suelen  progresar en las habilidades escolares de forma paulatina. Pero si un niño ha tenido una escolarización irregular, o no ha estado escolarizado e incluso  no ha tenido apoyo ni motivación para realizar las tareas escolares, éste se encuentra en desventaja respecto a los niños de su edad. Sin embargo, esto no significa que tenga menos capacidad, sino que no ha tenido la oportunidad de desarrollarla.

La problemática familiar y social que han vivido anteriormente a la acogida les ha generado un déficit escolar, así como dificultades en las interacciones con sus iguales, lo que influye en que su ritmo de aprendizaje sea diferente al de sus compañeros/as de clase.

Esto lo comento, porque lo he vivido en el colegio. Cuando  estaba con mis padres si asistía al colegio de educación infantil, pero una vez que mis padres se separaron y me quede a vivir con mi madre,  esta no me llevaba al colegio. Motivo por el cual, mi padre  al ser consciente de ello decidió llevarme con él. De este modo, cuando vivía con él sí que iba al colegio regularmente hasta que mi padre un día  mi padre comenzó a consumir drogas,  y entonces la situación vivida en casa y las faltas de asistencia al colegio provocaron que  el déficit escolar que ya iba siendo visible en mí debido a la falta de asistencia al colegio cuando vivía con mi madre, aumentara debido a esta nueva situación familiar. Cuando pasaron unas circunstancias determinadas y tras ello, fui acogida por mi primera familia extensa de acogida y reanude mi asistencia regular al colegio, pero  ya iba con unas carencias curriculares y sociales (mi relación con mi grupo de iguales era de rechazo y por mi parte no quería hacer amigos, para que no me preguntasen mi situación familiar y evitar así sentirme “rara”). Durante el tiempo de mi primera acogida, que duró todo un curso escolar,  sentí que se me exigía el mismo conocimiento que a mis compañeros,  porque se suponía que lo debería tener, por lo que  mi tutora y maestros de ese año no lo tuvieron en cuenta ya que desconocían mi situación familiar. Pero tampoco recuerdo que se preocuparan en descubrir el porqué de esa carencia que yo tenía.

Cuando estuve en mi segunda familia de acogida las cosas, con respecto a este tema escolar, fueron diferentes porque los nuevos maestros del centro al que comencé a ir ya sí conocían mi situación,  pero aun así no vi,  por parte de ninguno maestro, el apoyo que yo necesitaba.

Mis segundos tíos de acogida recibieron subvenciones por parte de la Junta de Andalucía para poder sacarnos adelante en mejores condiciones de vida. También teníamos subvenciones para poder realizar las actividades extraescolares y asistir al comedor. Además de estas ayudas, recibieron otras ayudas económicas por parte de otro familiar y de mi padre que seguía estando presente en nuestras vidas de esta forma.

Volviendo atrás, durante el periodo de acogida con mi primera familia y debido a las circunstancias de maltrato,  lo pase muy mal y sobre todo al ver que mi tío maltrataba a mi hermano, y que mis primas me pegaban y además,  me rompían los deberes del colegio. Con este acogimiento de mi tío, tuve muchos problemas de adaptación y sobre todo  emocionales. Porque yo no quería creer que estaba lejos de mi padre, que era con quien vivía anteriormente a la acogida (me tomé esta situación de acogida  como si fuera una pesadilla de la que me iba a despertar en cualquier momento). Mi tío y su mujer no tuvieron contacto con los centros que ayudan tanto a las familias acogedoras como a los menores de acogida, por lo que no nos llevaron a esos centros desde los cuales se intentaría  normalizar nuestra situación familiar, y tampoco recibimos por tanto, atención psicológica mientras estuvimos con él, ya que no quería que nadie se percatara de la situación de maltrato que nos hacía vivir.

En el transcurso de ese primer  año de acogida con este tío mío, recuerdo que en el colegio mis compañeros siempre se reían de mí porque no llevaba los deberes hechos y porque, en la mayoría de las ocasiones, no estudiaba para los exámenes. Mis compañeros me tenían como la rara y la vaga  que no hacia los deberes, realmente me sentía incomprendida.

En cuanto a la maestra decir una vez más, que ella no conocía la situación y en clase no intentaba solventar las situaciones problemáticas con mis compañeros y tampoco se interesó en buscar la razón por la que no llevaba los deberes, no estudiaba y, por tanto, presentaba carencias educativas y sociales. Ni siquiera buscó un hueco para cogerme un momento a solas y preguntándome qué me pasaba, esto es algo que siempre he echado de menos. Aunque si he de decir que esta maestra intuía que yo lo estaba pasando mal, y digo esto con seguridad porque si era consciente de que me trataba de manera especial fuera de clase, por ejemplo solía darme regalos como felpas o cualquier otra cosa material. Pero yo no necesitaba eso, necesitaba apoyo emocional y comprensión. No la compasión, porque eso no ayuda a sentirte bien ni a aprender, yo necesitaba una maestra que se preocupase de mí, que intentase averiguar o buscar alguna solución, por lo menos a la situación en clase.

Sin embargo, y como he dicho ya, afortunadamente cuando me acogieron por segunda vez la situación en el colegio y en casa fue muy diferente. Mis tíos se preocuparon de llevarnos a mí y a mi hermano a psicólogos. En un principio los psicólogos solo tuvieron pocas citas conmigo porque dijeron que yo estaba bien, pero mi hermano que era el más afectado, sobre todo porque era más pequeño, si fue más veces al psicólogo.  La atención en casa era mucho mejor y, ahora el trato con mis primos y mis tíos era de amor.

Estos segundos  tíos si se encargaron de que mis maestros conocieran mi situación y la de mi hermano, lo cual permitió mucha más empatía por parte de los docentes. En el colegio ya no se reían de mí por los deberes, porque ahora siempre los llevaba hechos y ya podía estudiar con tranquilidad, pero claro las carencias de un año perdido se notaron. Por lo que, en el colegio nuevo decidieron que yo no estaba para repetir aunque se notaban ciertas carencias, sobre todo en la asignatura de inglés, ya que en el año que estuve con mi primera  familia de acogida fue el primer año de inglés. He de apuntar que me incorpore en el nuevo colegio a principio de curso porque el proceso de acogida trascurrió a principios de verano, lo cual fue un punto a favor para mí.

Los nuevos problemas que sucedieron en este colegio fueron que mis compañeros, como ahora si podía relacionarme con ellos y ellas porque me lo permitían y no me rechazaban como en el caso anterior, me hacían preguntas como ¿Tú vives con tus padres? ¿Dónde está tu padre? ¿Tu padre está en prisión?... Todo ello delante de otros niños y yo no sabía que contestar. Estas preguntas surgieron porque mis primos, de la misma edad que mi hermano y yo, estaban en el colegio y en la misma clase (mi primo en la misma clase que yo y mi prima en la de mi hermano) y esta situación mostraba, a veces sin darnos cuenta, que vivíamos en la misma casa pero que no éramos hermanos, por lo que a partir de ahí surgieron las preguntas de los niños y niñas. Preguntas que hacían que sintiera que mi situación no era normal.

En el instituto, ya por fin,  dejaron de hacerme estas preguntas porque entré sola, sin mi primo.  Él tuvo que repetir curso  y yo marché al instituto, desapareciendo así  las inapropiadas  interrogaciones de los niños y niñas del colegio. Esto fue posible también porque yo ocultaba de donde procedía (de una familia de acogida).

Esta opresión me trajo muchos problemas en la adolescencia; no quería relacionarme con nadie, ni salir a la calle, hasta que desencadenó un problema mayor y me tuvieron que llevar al psicólogo de urgencias.

Finalmente con ayuda de mis tíos y del psicólogo hacia los 17 años conseguí superar mi situación y finalmente en la universidad conseguí hacer amigos de verdad a los que poderles  contarle mi situación familiar con total normalidad. Y es ahora,  cuando me he dado cuenta que mi situación era normal, tan aceptada como cualquier otra. Por ello, me gustaría dar un consejo a todos los docentes: preocúpense de vuestros alumnos y sobre todo desvívanse por educar sus emociones porque son muy importantes y así permitiréis crear personas sanas y  felices,  previniendo futuros problemas.




Citas de toda una gran familia

En este apartado vamos a recoger numerosas citas que reflejan los sentimientos que tienen las personas implicadas en un acogimiento: en primer lugar de los menores de acogida, y luego, sin seguir el orden, de los hermanos de acogida, de los padres de acogidas y de algunas personas que se ofrecen como voluntarios para hacer felices a los niños y niñas que están en los centros esperando ser acogidos por familias. Estas citas han sido extraídas de las historias reales que narra una madre de acogida tras comenzar a vivir esta experiencia de ser madre de acogida a la que incluye su familia biológica (marido e hijos) para sensibilizar a otras posibles familias de acogida y a toda persona que tenga el privilegio de leer este libro, titulado: "Adivina quién llama a la puerta, la aventura de ser un niño acogido":

"La residencias no hacen a los niños malos ni buenos, simplemente, no los hacen. Son anulapersonalidades" Pepe, ochenta años, visitaba la residencia cada sábado, p.29. 

"Nosotros no le podemos hacer eso a Blas (su perro), mamá, porque a las residencias solo van los que nadie quiere, o los que se portan mal". Miguel siete años, p.32. 

"Hoy en el cole me han llamado mentiroso. Me lo han llamado mis amigos: dicen que los hermanos tienen los mismo apellidos, y nosotros tenemos tres distintos" Pablo hermano de acogida, p.35.


Tú no tienes por qué dar explicaciones, son tus hermanos y ya está” Madre de acogida a su hijo biológico,  p. 36.

No pretendo que os den lástima, no se trata de eso, pero tampoco que os compadezcáis vosotros. Es verdad que han cambiado, y quiero que os pongáis en su lugar para comprender por qué afortunadamente están cambiando. Llegaron con miedo a no encajar, a no aprobar, a no pasar el listón. Ya les habían abandonado una vez y, eso, un niño no lo olvida fácilmente” padre de acogida a sus hijos biológicos, p. 38.


Pues mira, acoger no es vivir con la amenaza constante de que “te lo van a quitar” en cualquier momento. Hay muchas falsas creencias sobre este asunto porque cada vez que se da el caso de un juez que dictamina que un niño vuelva con sus padres biológicos después de un período largo de convivencia con una familia acogedora, el tema tiene tanto morbo que la prensa se ceba y parece que todos los acogimientos terminan así. No es verdad, un acogimiento permanente tiene carácter indefinido” madre de acogida a amistades, p. 58.


- O sea que termina en un adopción. […] – A veces pero no forzosamente. Yo tengo asumido que les acompaño en un tramo de su vida, hasta que caminen solos o vuelvan con los suyos…[…] – Duro es que sigan en los centros esperando la visita de sus padres. Yo sé que el día que se vayan lloraré de dolor…, y de alegría. Como el día que se vayan los “socios” como les llamas tú, Lola. ¿O es que pensáis que los socios se quedan eternamente?”  Madre de acogida a amistades, p. 58.


Estos tres niños que hemos acogido, algún día se irán. Y serán nuestros hijos, y serán hijos de sus padres biológicos también, pero por encima de todo eso, serán personas capaces de salir adelante, de confiar y de afrontar su propia vida sin sentirse de antemano fracasados”. Madre de acogida a amistades, p. 59.


Entonces: ¿no estás enfadada conmigo’ Os quiero más que a nadie en esta vida, sois lo único que tengo”. Madre biológica a su hija que está de acogida, p. 68.


Desde que teníamos tantos hermanos, Pablo y yo habíamos ido paulatinamente bajando la guardia en los estudios, aprovechando que tenían que dividir su tiempo entre cinco y que confiaban en que los mayores seríamos más responsables” hermana de acogida, p. 71.


Yo me volví loco de contento solo de pensar que iba a tener una familia. Le espere con el equipaje hecho desde la semana anterior a las vacaciones.” Un menor que vive en una residencia esperando una familia de acogida, Pedro, p. 81.


Al principio recuerdo que todo me resultaba tan nuevo como extraño, muy distinto a como tantas veces había pensado que sería mi familia”, Pedro p. 82.


En Villamundo llegaban a veces chavales para los que la sonrisa no era un gesto espontáneo. Aprendían a sonreír en el centro, a veces tenían que pasar semanas y hasta meses, para que el tiempo borrase ese rictus tenso, que hablaba de un pasado amargo”, Pedro p. 82.


Había deseado tanto tener una familia, que no me atrevía a imaginar unos padres y unos hermanos mejores que los que me habían tocado a mí”, Pedro p. 82.


A mis 14 años, sabía que el tiempo corría implacable en mi contra, asfixiándome el presente, cerrándome el mañana. Arrancaba de mi lado sin piedad a mis amigos, a lo que era peor, a mis hermanos: primero se había marchado Carlos, el mayor,  y ahora le tocaba el turno a Isma. Y mientras yo seguía en el Centro, haciéndome mayor, seguramente para siempre.- No, para siempre no, -recapacité- si al menos fuera así…Cuando alcance la mayoría de edad no podré seguir en Villamundo. ¿Y entonces qué va a ser de mí?, reflexiones de Pedro, p. 83.


Al cumplir los dieciocho años, el único hogar que yo había conocido me dejaría fuera de sus muros de piedra, y entonces me tendría que buscar la vida o pasar a un piso de emancipación tutelado por los servicios sociales, que me darían el pase. ¿Pero el pase a qué? ¿Habría algo al otro lado que mereciese la pena?, o simplemente, más soledad…”, reflexiones de Pedro, p. 83.


-¿Que voy a hacer ahora? Esperar, seguir esperando…Un año más aquí (en el centro) es un año menos de oportunidad y yo he tirado tres años por la borda ¡para nada! La gente solo quiere a los chicos pequeños, con los de mi edad ya no se atreven. Si pudiera dar marcha atrás intentaría hacerlo mejor, pero ya es tarde”, Pedro p. 84.


Sabía que si hubiera sido al revés, si la suerte me hubiera alcanzado a mí en vez de a Isma (su hermano), me habría sentido igualmente mal, por dejar a mi hermano pequeño en Villamundo. Pero lo cierto es que era yo el que se quedaba y tuve miedo de verme solo. Me vinieron ganas de llorar porque sentía lástima de mí mismo, pero hacía tiempo que no era capaz de llorar. Me he vuelto de madera -pensé-, como dice mi Sor”, Pedro p. 85.


No puedes seguir por ese camino, Pedro, enfadado con el mundo y desganado de todo, tienes que levantar cabeza si te quieres hacer un hombre” una monja de la residencia a un chico de acogida, p. 101.


En el Centro, todos soñábamos con una familia; ninguno de nosotros entendíamos por qué nos había tocado ser diferentes de los demás niños que veíamos en el colegio, y deseábamos con toda el alma tener la suerte de que unos padres como los que recogían a esos niños al terminar las clases, se fijasen en nosotros”, Pedro p. 107.


Mis compañeros del Instituto no sabían que yo vivía en una Residencia, y mucho menos, que mis padres estaban en prisión. Aunque yo a mis amigos les contaba muchas cosas, esa parcela me la reservaba para mí, porque a nadie le podía importar. Era mi secreto; mi vida”, Pedro p. 110.


Pensé que tenía que ser maravilloso tener una abuela y deseé tenerla. Nunca antes me había planteado una cosa así, para mi abuela era una palabra rara como papa  o incluso mama, palabras con matices que se me escapaban”, Pedro p. 120.


Está todo, ¿no?, y se fiaba. Esa confianza fortalecía en nosotros el deseo de no defraudarle: había que estar a la altura, no cabían el engaño y la mentira”, Pedro p. 121.


[…] Si lo has hecho buscando compasión, has de saber que no te va a ayudar en nada que los demás te tengan lástima a costa de desgracias inventadas. Y si lo que pasa es que no te apetece contar tu vida, no tienes que hacerlo Blanca, a nadie le importa donde está tu madre ni por qué, pero no mates, porque el mentiroso se enreda en sus propias mentiras hasta que se las acaba creyendo. Tu madre existe y es la que es. Y la vas a seguir viendo cada mes, y nunca va a dejar de ser tu madre aunque aparezca otra mamá distinta. […], palabras de un hombre que saca a los chicos del centro los fines de semana a una niña de acogida de ocho años, p. 125.


Desde pequeño me había avergonzado de vivir en un Centro y no tener una familia como los niños normales, […]”, Pedro p. 128.


Ya una vez había visto a Carlos, mi hermano, en ese estado (de embriaguez), y pensé si no seríamos todos nosotros (los niños de acogida) malas semillas de malas hierbas”, Pedro p. 132.


¡Qué se puede esperar del hijo de una mujer que se pudre en la cárcel! Eres mentiroso y ladrón, como la zorra de tu puta madre!”, palabras de un chico de acogida a otro chico de acogida en el instituto, p. 135.


No me preguntó nada. No le importó saber si había una explicación a todo lo ocurrido, y, para sorpresa mía, comprobé que nos juzgaba a los dos por el mismo rasero; el rasero de nuestra miseria, el rasero de nuestra nada, como si diera por hecho que, tarde o temprano, algo así tenía que suceder”, la directora del Centro a Pedro, p. 137.


Yo quería a mi madre, pero también tenía claro que si estaba en un Centro era por ella, y por mi padre sin duda, solo que él para mí no contaba. No la culpaba de nada pero, con el paso de los años, simplemente se había desvanecido mi ilusión de volver algún día junto a ella. No la traicionaría nunca, no la olvidaría, no la borraría, pero en mi corazón tenía hueco para más, había un vacío grande que deseaba llenar”, Pedro p.148.


Manolo me hacía ver con su cariño, con sus razonamientos, que un chaval como yo también tenía un lugar en la vida y, entonces, me daban ganas de avanzar, a pesar de todo. Las cosas era difíciles, pero se podía ganar”, Pedro p. 150.
Hoy he tomado un café con Marta en la oficina. […] es que me ha hablado de algo que hasta hoy desconocía: el acogimiento familiar, ¿habías oído hablar de ello? Es algo diferente, necesario…”, le dice una mujer, Julia, a su marido, p. 162.


Son niños que no pueden ser adoptados, porque su familia biológica no renuncia a ellos. A veces, la propia familia cede la custodia del niño por un tiempo, pero lo normal es que tenga que intervenir un juez. –Por una denuncia, imagino.
-Sí. A veces un vecino, el pediatra, incluso un familiar cercano del niño acuden a los servicios sociales o directamente denuncian, si el caso es grave. Entonces las autoridades intervienen, sacan al niño de su entorno, les retiran la custodia a los padres y lo levan a un Centro de menores hasta que deciden qué hacer con él. Ahí es donde aparece el acogimiento: les intentan buscar una familia educadora, así lo llaman, una especie de familia de sustitución que se haga cargo del niño, para evitar que se quede en una residencia indefinidamente.
-Pero, entonces, ¿qué diferencia hay con una adopción? –Pues que no se rompe el vínculo familiar. La familia biológica no pierde la patria potestad y eso les da derecho a ver a su hijo cada cierto tiempo. Es decir, que el niño sigue siendo suyo, ¿¿entiendes?, la familia acogedora hace la función de los padres, en principio solo por un tiempo.
-¡Qué duro! Tiene que resultar para el niño, para los acogedores, para los padres biológicos…Me parece un híbrido difícil de afrontar.
-Es duro, si pero es lo que hay,- dijo Julia con resolución.- Muchas de las situaciones  que te encuentras en la vida están llenas de matices: no son blancas o negras, sino de una amplia gama de grises, pero hay que darles salida ¿no crees? Salidas grises quizás, pero al fin y al cabo, salidas, menos negras seguro que la realidad que viven esos niños”, conversaciones entre Julia y su marido, p. 163.












Asociaciones

Las asociaciones son una entidad sin ánimo de lucro en la que se asocian una serie de personas que persiguen un mismo fin. En el caso de las asociaciones relacionadas con las familias de acogida y los niños y niñas de acogida, estas tienen el objetivo de procurar una infancia donde estén cubiertas las necesidades de los pequeños.

Una de las principales medidas que se toman en estas asociaciones es dar a los niños y niñas una familia de acogida lo antes posible, para que no permanezcan en los centros de acogida, ya que formar parte de una familia es una necesidad básica del ser humano. Se trata de una medida de protección la cual busca proporcionar un entorno familiar adecuado a los menores que no lo tienen por cualquier circunstancia.

Las asociaciones trabajan con la familia de acogida y el niño o la niña aportándole a ambos ayuda psicológica y, orientando a los padres de acogida. Estas son las que se encargan de hacer efectivo el desarrollo adecuado de la acogida. Es decir, las asociaciones hacen de intermediarias entre el niño o niña de acogida, la familia de acogida y la familia biológica.

Además uno de los fines de las asociaciones es sensibilizar a la sociedad con respecto a este colectivo.

En la página web de Infania se explica que las funciones de esta entidad y de todas las que también se dedican al acogimiento familiar, viene regulada por el Decreto 454/96 sobre habilitación de Instituciones Colaboradoras  de Integración Familiar. Dichas funciones son:

-  Captación de familias acogedoras.
-  Estudio para la valoración de la idoneidad de los posibles acogedores, siempre que hayan formulado la oportuna solicitud ante la Conserjería de Asuntos Sociales.
-  Preparación y formación de las familias acogedoras.
-  Preparación de los menores para el acogimiento familiar.
- Intervención en el proceso de integración del menor y de la familia de acogida, así como el seguimiento posterior.
- Trabajo con la familia de origen del menor.

Como podemos ver el papel de las asociaciones es un pilar clave para el buen desarrollo del niño o niña en situación de desamparo con su familia de acogida.
Algunas de las asociaciones de acogimiento que existen en Málaga son las siguientes, se puede consultar cada una en los enlaces que aparece a continuación de cada asociación:


Algunas de las asociaciones que hay en España son las siguientes:




Prejuicios y estereotipos

Consideramos necesario para sensibilizar a los docentes y futuros docentes sobre este colectivo, partir de los estereotipos y prejuicios que forman parte de la cultura tradicional y que muchos de nosotros tenemos. Es fundamental porque a partir de una revisión autocrítica de nuestros estereotipos y prejuicios es como vamos a trabajar principalmente nuestra competencia afectiva y comportamental. Es decir, poner el foco de atención en nosotros y nosotras, no en el colectivo en cuestión.

Algunos de los prejuicios y estereotipos que por lo general se tiene acerca de este colectivo son:

  • Pensar que los niños de acogida se encuentran en esta situación porque sus padres no los quieren.
  • Confundir acogida con adopción.
  • Creer que lo ideal para un niño o niña es vivir con su familia biológica.
  • Atribución causal. Todo lo malo que han vivido estos niños y niñas se les atribuye al colectivo al que pertenecen.
  • Sentir pena y/o sobreproteción victimizando así a los niños y niñas de acogida.
  • Pensar que si el padre o la madre del niño/a está en prisión, el niño o la niña será un delincuente.

Estos son prejuicios y estereotipos que algunos de nosotros y nosotras teníamos. Ahora podemos afirmar que tras la elaboración de este trabajo los  hemos ido eliminando. Una cosa, entre otras muchas,  que hemos aprendido en la asignatura de Competencias Relacionales es que no hay nada mejor ni más eficaz,  que conocer mediante relaciones comunicativas, sin malentendidos, a los distintos colectivos que viven e interactúan en nuestro modelo social. De esta forma, no solo desaparecerán los posibles prejuicios y estereotipos que puedas llevar a cuesta sino que aprendes a reconocer el valor de la diversidad humana y sobre todo el valor de ser persona, porque al fin y al cabo eso es lo que somos cada uno de nosotros, da igual al grupo o grupos de colectivos con el cual nos sintamos identificados. Conociendo e interactuando con este colectivo hemos conseguido adquirir nuestras competencias relacionales y eso lo hemos comprobado porque ahora muestras emociones con respecto a estos niños se han ido modificando a la vez que nuestro comportamiento con ellos y ellas.

VIVIR EN UN CENTRO NO ES IGUAL QUE VIVIR EN FAMILIA